¿Quién no recuerda a Copito de Nieve en su recinto del Zoo de Barcelona enfadado o dándonos la espalda?

Lo que quizás pocas personas recuerdan o saben es el vínculo colonial de Barcelona con Guinea, del que el gorila albino acabó siendo un símbolo.

Barcelona fue parte interesada de una metrópolis. “Necesitaban” vender al mundo que España seguía siendo una potencia colonial y, con el soporte de las instituciones oficiales franquistas, convirtieron a Guinea Ecuatorial en una fuente de materias primas como el café, el cacao o la madera tropical y en un símbolo de una África enigmática que fue objetivo de científicos y exploradores.

En 1959, con el impulso de Antoni Jonch, director del zoo de Barcelona y muy cercano al alcalde Josep Maria de Porcioles, se creó Ikunde, un Centro de Experimentación y Adaptación Animal con un objetivo de investigación, pero también comercial de flora y sobre todo de la fauna local. Ikunde era un espacio financiado por el zoológico de Barcelona, el Museo Etnológico y Parcs i Jardins del Ayuntamiento. Las capturas de animales eran constantes en aquellos años, al tratarse de una colonia española tenía un coste muy económico.

En octubre de 1966, unos campesinos guineanos hirieron a un gorila hembra y capturaron a su cría, un gorila albino. Lo vendieron a Jordi Sabater, quien estaba a cargo del centro de aclimatación y conservación de animales de Ikunde. Fue él quien le puso el popular nombre de Copito de Nieve.

Cuando Copito tenía poco más de dos años, el 19 de marzo de 1967, fue trasladado a Barcelona como un regalo al alcalde, fue recibido en su despacho.

 

La Barcelona franquista encontró pues un símbolo atractivo para mostrar.

Copito de Nieve se convirtió en el emblema del zoo de Barcelona, el cual ganó un supuesto “prestigio” ante el resto de zoos del mundo. Fue protagonista de varias películas, miles de productos de merchandising inspirados en él, tenía un DNI y fue portada del National Geographic. La exhibición de Copito hizo que todos los zoos del mundo quisieran tener un “ejemplar” como él y se aumentaron las capturas de gorilas en África.

Tras tres años de un doloroso cáncer de piel que fue operado en tres ocasiones, en 2003 decidieron por fin aplicarle la eutanasia. Su cadáver fue incinerado, no sin antes extraer muestras de partes de su cuerpo: su cerebro, retinas, timpo, bazo, sangre, pelo, piel… Y el esqueleto para el Museo de Zoología. Tuvo 21 hijos, ocho nietos y dos bisnietos.

Ikunde ejerció como un proveedor de especies exóticas a zoos occidentales o instituciones interesadas en ellos.

Son pocas las personas que recuerdan esta etapa colonial de Barcelona. A pesar de que el centro Ikunde fue desmantelado, algunos vecinos de la zona aún denominan el lugar donde estuvo como “el zoo”.

El primer paso para un cambio de paradigma como el que plantea ZOOXXI es el reconocimiento de que los zoos son un error histórico. Son un símbolo de colonialismo del ser humano sobre otros humanos y sobre el resto de la naturaleza, un hecho que demuestra con meridiana claridad que el permitirnos explotar la naturaleza en el fondo nos permitió explotarnos a nosotros mismos, porque no somos otra cosa que naturaleza. De hecho, existieron los zoos de humanos, la última exhibición fue en Europa a mediados del siglo XX. El primer paso es el reconocimiento explícito de que los zoos son un error histórico, los animales sus víctimas y que hace falta una reparación. El modelo ZOOXXI se basa en la ética y la ciencia actuales, que presentan los animales como seres merecedores de respeto, dotados de sensibilidad física y psíquica, de capacidades cognitivas y emocionales y de diferentes formas de conciencia.