Hace poco leí en la prensa que una orangutana blanca había sido rescatada en Borneo por la Fundación para la Supervivencia del Orangután de Borneo (BOSF). Los aldeanos la habían mantenido encerrada en una caja durante dos días. Seguía manteniendo un comportamiento salvaje así que afirman que es probable que en breve pueda ser liberada de nuevo. Uno de los titulares sobre la noticia me revolvió las entrañas:
Por suerte la orangutana será liberada y no sufrirá el mismo destino que Copito de Nieve. Como muchos de vosotros, yo pude ver al emblemático gorila blanco del zoo de Barcelona. Era pequeña y aún no me habían enseñado a empatizar con los animales del zoo, aún no era consciente de lo perjudicial que es la cautividad para muchos animales. Pero aún así, algo en Copito me marcó y aún lo recuerdo. Recuerdo su mirada cansada, incluso violenta. Cómo se colocaba de espalda al público, cómo, inútilmente, intentaba mantener su derecho a la intimidad ante la cantidad de visitantes que se amontonaban en su recinto día tras día.
Copito fue capturado en la selva de Ekonoguong, en Guinea Ecuatorial, la antigua Guinea española. Un cazador mató a toda su familia por los daños que ocasionaban a su cosecha y se dio cuenta de que tras la matanza había sobrevivido una cría albina. Copito fue trasladado al Centro de Adaptación y Experimentación Zoológica que el Ayuntamiento de Barcelona mantenía en Ikunde. Posteriormente fue vendido al primatólogo Jordi Sabater. Ikunde era una plataforma que tenía el Ayuntamiento de Barcelona en la colonia donde se aclimataban los animales que capturaban antes de enviarlos al zoo de Barcelona o a otros centros. Estamos en deuda con este territorio por la expoliación, tanto material, como territorial, como animal que Barcelona realizó.
Copito de Nieve se convirtió en el emblema del zoo de Barcelona, el cual ganó un supuesto “prestigio” ante el resto de zoos del mundo. Fue protagonista de varias películas, miles de productos de merchandising inspirados en él se vendían como rosquillas, tenía un DNI y fue portada del National Geographic:
La exhibición de Copito hizo que todos los zoos del mundo quisieran tener un “ejemplar” como él y se aumentaron las capturas de gorilas en África.
Según Jordi Sabater “este animal no hubiera sobrevivido solo en la selva, no sólo por la falta de sus padres, sino por las deficiencias que implica el albinismo (de oído, vista, piel, etc…) Además era un animal altamente visible y, por tanto, altamente vulnerable”. Obviemos el hecho de que masacraron a sus padres de los que debía aprender, obviemos que los humanos nos creemos los dueños del resto de especies y pongamos que su presencia en un zoo tenía sentido por la falta de centros de rescate y su intención siempre fue proteger su vida (algo realmente cuestionable). Si este fuera el caso ¿por qué se le alargó la vida para que no muriera sin otro descendiente albino?
Tras tres años de un doloroso cáncer de piel que fue operado en tres ocasiones, en 2003 decidieron por fin aplicarle la eutanasia. Su cadáver fue incinerado, no sin antes extraer muestras de parte de su cuerpo: su cerebro, sus retinas, su timo, su bazo, sangre, pelo, piel… Y el esqueleto para el Museo de Zoología. El alcalde del momento Joan Clos también afirmó que, ante el emblema que suponía el animal para la ciudad, habría una calle o una plaza en Barcelona con su nombre donde habría una estatua, así que también se le sacó un molde de su cara, sus manos, sus pies y el pecho.
Copito tuvo 21 hijos, ocho nietos y dos biznietos, ninguno heredó su enfermedad. ¿Para qué reproducir un animal que no sobreviviría en la naturaleza? ¿Qué interés tiene para la conservación? Solo un modelo mercantilista de zoo sería capaz de hacerlo.
El zoo de Barcelona ha tenido numerosos atractivos emblemáticos como Copito. Como puede ser el delfinario, que fue uno de los primeros de Europa (1968) o la orca Ulises que vivió en el zoo de Barcelona durante 11 años, antes de ser intercambiada por los primeros koalas que se vieron en España provinientes de Sea World.
Por supuesto el zoo ha evolucionado a lo largo de su historia, al menos en lo que a su discurso se refiere. Pero aún se siguen reproduciendo animales que no están en peligro de extinción y que jamás serán reintroducidos en la naturaleza (el caso de la gran mayoría de especies que alberga el zoo). No podemos considerar esta reproducción en cautividad una estrategia ecológica. El zoo actual reproduce especies para mantenerse a sí mismo, para asegurarse de seguir teniendo animales que exhibir, del mismo modo en que hicieron que Copito se reprodujera con la esperanza de seguir teniendo un gorila blanco tras su muerte. Es una estrategia económica, si no fuera así, no reproducirían animales hasta el punto de tener que matarlos cuando no les caben o no tienen otro zoo donde enviarlos:
Hace un año denunciábamos el asesinato de una cría sana de antílope en el Zoo de Barcelona. No vamos a permitir que esto continúe. Empezamos este domingo. ¡Ven a la asamblea definitiva! Info» http://zooxxi.org/ca/assemblea-iniciativa-ciutadana-zooxxi/
Posted by Zoo XXI on Thursday, March 2, 2017
Necesitamos un cambio de paradigma, un nuevo modelo de zoo. Un zoo donde todos los esfuerzos sean invertidos en la conservación de los hábitats naturales y los animales que en ellos viven. Dejar atrás un zoo que saca provecho de los animales a un zoo de provecho para ellos. Necesitamos un zoo del siglo XXI.
Claudia R.