Cuando se le pregunta al zoo de Barcelona por sus mecanismos de transparencia, como servicio público que es, habla de su Código Ético, la orientación y normas éticas establecidas por las organizaciones nacionales e internacionales de zoos y acuarios (que básicamente se refieren al cuidado, gestión y manejo de especies de animales) y a su Comité de Ética y Bienestar, así como el contacto constante que mantiene con sus socios y socias y seguidores y seguidoras a través de sus redes sociales.
Sin embargo, echando un ojo a la regulación de transparencia en la actividad pública vemos cómo la transparencia es una obligación de la Administración, quien ha de facilitar de manera proactiva (sin necesidad de demanda expresa) la información sobre datos y contenidos que son referenciales con respecto a su organización, funcionamiento, toma de decisiones más importantes y la gestión de los recursos públicos.
El zoo de Barcelona no posee mecanismos que permitan a la ciudadanía acceder a información que de a conocer los procedimientos, las reglas y normas de actuación concretas que utiliza el zoo de Barcelona y los hechos concretos que suceden con los animales que tienen a su cargo.
Un claro ejemplo de ello fue la negativa por parte del zoo de Barcelona a entregar los datos del registro sobre los nacimientos y muertes de los últimos 5 años, resultado de las necropsias o los motivos de la muerte y los resultados de las auditorías externas realizadas regularmente en el zoo de Barcelona. Ante esta situación, en el 2009 la Comisión de Protección de los Derechos de los Animales del Ilustre Colegio de Abogados de Barcelona presentó una reclamación ante el Síndic de Greuges. La resolución fue favorable a la petición y finalmente, en el 2011, el Ayuntamiento de Barcelona proporcinó la información solicitada.
Ya han sido varias las situaciones en las que el zoo de Barcelona se ha visto obligado a dar explicaciones públicas a raíz de las denuncias realizadas por entidades animalistas que, mediante investigaciones informan de hechos que el zoo no explica pero que implican a la ciudadanía directamente, tanto por la alta sensibilidad de la sociedad barcelonina respecto a la protección de los animales, como por tratarse de un servicio público que usa dinero público.
La transparencia desprende un abanico de valores asociados, especialmente aquellos que tienen que ver con la confianza en las instituciones públicas, las decisiones que afectan a las demás personas y a los animales y a la capacidad que tenemos de defendernos y de defender a alguien cuando sus derechos son vulnerados.
Por eso ZOOXXI pide encontrar en el zoo de la capital catalana la presencia de universidades, de ONGs, de asociaciones vecinales y educativas para poder conformar una Fundación capaz de tomar decisiones basadas en la ciencia, la ética y el bien común. En definitiva, pasar de un zoo completamente opaco a un zoo más ciudadano, un ZOOXXI.