El enfoque habitual de la conservación en territorios donde la biodiversidad endémica se ve amenazada ha sido tradicionalmente cruel. Carnadas con fluoracetato de sodio han sido utilizadas para exterminar especies “invasoras”, mayoritariamente introducidas por humanos, como perros y gatos. Los efectos de este veneno ocasionan una muerte lenta y dolorosa, con convulsiones que llevan a la pérdida de conciencia. Además de no ser éticos, estos métodos tampoco son selectivos y ocasionan la muerte de muchos otros animales.

En las Galápagos, así como en otras islas del mundo, este sistema ha sido empleado sin éxito desde hace más de cuatro décadas: el problema con las especies “invasoras” persiste. La razón principal es el desconocimiento de la comunidad. Al diseñar estos métodos de envenenamiento nos hemos olvidado de que el problema no son los animales de otras especies sino, más bien, los humanos que los introducen, los reproducen y los liberan en territorios donde pueden depredar y extinguir a la fauna silvestre. Ha sido, no solo un problema de enfoque, sino también de omisión, pues las soluciones tradicionales se han olvidado por completo de los animales como individuos sintientes.

 

*Perro atacando a un lobo marino. Imagen cedida por el Parque Nacional de las Galápagos

 

La conservación compasiva, sin embargo, es la disciplina que centra la atención en el  animal, no solo desde la visión científica de la especie a la que pertenece sino añadiendo una visión científica del individuo y la sintiencia. Con conservación compasiva se busca evitar el sufrimiento a través del diseño de métodos que realmente funcionen a largo plazo y que beneficien no solo a los otros animales, sino también al medio ambiente y a la comunidad. En San Cristóbal, y con la aprobación de la nueva Ordenanza de fauna urbana, se prohíbe explícitamente el empleo de estas prácticas y se obliga a planificar un acercamiento social y educativo en el que la comunidad tenga un rol activo y participe en la conservación de su espacio y de su entorno.

En síntesis, mientras el enfoque tradicional de conservación propone el exterminio de los animales (pensando erróneamente que así se acaba el problema), el nuevo enfoque presentado en esta ordenanza de fauna urbana se basa en los principios de conservación compasiva y la antrozoología, y defiende la idea de que, si existe un número determinado de animales, podrán volver a aparecer si no incluímos a las comunidades en la dinámica de soluciones. De esta manera, pondremos el enfoque en lo social, en lo comunitario y en lo ético.

 

*Durante la aprobación de la Ordenanza de fauna urbana el 10 de junio del 2021

 

A nivel educativo, se han desarrollado una serie de charlas piloto en las escuelas y colegios para formar en convivencia responsable y conservación compasiva, con el objetivo de generar la conciencia necesaria para que los habitantes de la región protejan y cuiden su entorno, que es delicado y frágil, y del que dependen muchos animales, pero también su propia existencia.

 

*Grupo de niños y niñas en la jornada educativa promovida por la Fundación Franz Weber

 

Las charlas están compuestas por dos partes bien diferenciadas: la primera de ellas busca evaluar el nivel de conocimiento del alumnado y ofrecer la información necesaria para comprender la problemática y, la segunda, propone una salida por la isla para descubrir los problemas mencionados a través de un conteo de los animales que vagan por las calles. La idea no es conocer cuántos hay sino, más bien, visibilizar algo que se ha vuelto cotidiano y ya no llama la atención. Al finalizar, se pretende que el alumnado exprese sus vivencias y opiniones para que, entre todas, puedan reconocer la importancia de instaurar una convivencia responsable para decrecer los impactos que la convivencia actual puede tener sobre las especies endémicas. La estructura de las charlas están pensadas para que el alumnado establezca relaciones entre una nueva información y los conocimientos que ya posee, de tal manera que el aprendizaje sea consolidado y afianzado significativamente.

 

*Grupo de niños y niñas en la jornada educativa promovida por la Fundación Franz Weber

 

El objetivo es poder llevar estas charlas a las escuelas y colegios locales para que el 100% de los niños y las niñas de entre 8 y 10 años interioricen la importancia de la convivencia responsable y, consecuentemente, se familiaricen con la nueva Ordenanza sobre fauna urbana. El alumnado podrá desarrollar actitudes de cuidado y respeto hacia los animales y el medio ambiente extendiéndose a toda la región y reportando interesantes cambios de actitud entre las familias.

 

*Grupo de niños y niñas en la jornada educativa promovida por la Fundación Franz Weber

 

El gran potencial que tienen los niños y niñas como educadores de personas adultas suele ser despreciado por la sociedad, desaprovechando la valiosa oportunidad de convertir el actual sistema educativo en un sistema social y comunitario. Es por eso que, a través de estas charlas en las escuelas, queremos empoderar al máximo a la infancia en prácticas de convivencia responsable, y que sean ellos y ellas quienes transmitan el mensaje. Además, con esta dinámica, estaremos solucionando uno de los problemas identificados en la comunidad local: la resistencia a los mensajes de “extranjeros” en la isla.

 

*Grupo de niños y niñas en la jornada educativa promovida por la Fundación Franz Weber

 

Dada esta situación, y la preocupante crisis climática en la que estamos inmersas, la educación debe ser el instrumento para lograr una transformación social y, junto con políticas firmes y eficaces, que se puedan mitigar los efectos devastadores a los que nos tendremos que enfrentar. Durante todos estos años, la educación ha servido para proporcionar al alumnado conocimientos de contenidos específicos para evaluar qué ha sido lo aprendido. El desarrollo de habilidades esenciales como la inteligencia emocional, el pensamiento crítico, la colaboración, la comunicación o la asertividad han quedado fuera de los currículos educativos.

Es de vital importancia y necesidad rediseñar los sistemas educativos para que, como bien argumenta Zoe Weil (cofundadora y presidenta del Institute for Humane Education), las personas jóvenes sepan identificar la raíz de los problemas y actúen de forma responsable y comprometida para solventarlos.

Para lograr este objetivo, las instituciones y los profesionales de la educación deben apostar por un cambio de paradigma y adaptar sus prácticas educativas a las necesidades del mundo actual, que permitan alcanzar las expectativas de una sociedad más justa, ética y sostenible. Se debe trabajar para que las generaciones venideras se conviertan en ‘generaciones de solucionadores’ que, a través de diferentes herramientas y conocimientos específicos, forjen su futuro de forma consciente y sepan discernir cuáles son las acciones que están perjudicando a la salud planetaria.

La aprobación de la Ordenanza en San Cristóbal brinda una gran oportunidad a las personas del lugar ya que, al asentar y poner en práctica los principios de convivencia responsable, se producirá una mejora en la relación entre los animales y los humanos pero, a su vez, se avanzará en el progreso de las relaciones de las personas que forman la comunidad, potenciando entre sus miembros una visión más holística, ecológica y responsable del territorio.

San Cristóbal aspira a marcar un antes y un después en la historia de la convivencia con la fauna urbana, a convertirse en un referente en conservación compasiva para los territorios isleños del planeta. Una ocasión que puede pasar a ser un espejo en el mundo.

 

Natàlia Oriol
Coordinadora educativa de la Fundación Franz Weber