La cautividad puede imponer una serie de restricciones como la falta de ejercicio, de estimulación intelectual o de control sobre el entorno. En un nuevo artículo publicado en The Conversation con el título “La crueldad neural de la cautividad: mantener a grandes mamíferos en zoológicos y acuarios daña sus cerebros”, el neurocientífico Bob Jacobs examina los datos sobre el efecto que tiene este entorno empobrecido sobre la estructura y la química del cerebro de los mamíferos en cautividad.

El autor sienta las bases del artículo recordando que la cautividad puede afectar la salud y alterar el comportamiento de los animales. Por ejemplo, muchos elefantes cautivos sufren de artritis, obesidad o problemas en la piel, así como también de problemas dentales. Los elefantes también pueden desarrollar estereotipias, es decir, comportamientos repetitivos que no tienen ningún objetivo concreto, como mover la cabeza repetitivamente o balancear el cuerpo constantemente de un lado a otro.

A continuación, Bob Jacobs hace referencia a estudios de laboratorio que han demostrado que los ambientes deficientes y estresantes pueden tener un impacto sobre la estructura del cerebro. Por ejemplo, la corteza cerebral, la parte del cerebro implicada en el movimiento voluntario y las funciones cognitivas superiores como la memoria, la planificación o la toma de decisiones, puede volverse más delgada. Por otro lado, los capilares que transportan la sangre se vuelven más pequeños, lo que hace llegar menos sangre rica en oxígeno al cerebro. Además, se produce una reducción en el tamaño de las neuronas y en la complejidad de sus ramificaciones, lo que puede impactar sobre el procesamiento de información.

El poco espacio disponible y la poca complejidad del mismo conllevan que los individuos cautivos puedan realizar poco ejercicio físico. Por ejemplo, los elefantes viajan una media de 25 km al día, pero pueden llegar a recorrer más 190 km en una jornada. El autor destaca que el ejercicio físico tiene la capacidad de estimular la formación de nuevas conexiones cerebrales y de mejorar las capacidades cognitivas. Sin embargo, en un zoológico, un elefante recorre una media de menos de 5 km diarios en unas instalaciones que ofrecen poca complejidad ambiental.

Por otro lado, vivir en instalaciones que restringen el desarrollo de comportamientos importantes puede generar frustración crónica y aburrimiento, lo que puede acabar en indefensión aprendida e impactando regiones del cerebro implicadas en memoria y procesos emocionales. De hecho, el estrés prolongado puede resultar en daño o muerte de neuronas en áreas del cerebro implicadas en dichos procesos. Además, la cautividad también puede dañar las conexiones cerebrales. Por ejemplo, se han descrito problemas funcionales en los circuitos que se encargan de modular los movimientos, disfunciones que aparecen en animales que desarrollan comportamientos estereotipados. 

Finalmente, el autor afirma que existen evidencias consistentes de que el enriquecimiento ambiental, el contacto social y espacios adecuados y naturalizados son necesarios para animales con una larga esperanza de vida y grandes cerebros como los elefantes y los cetáceos. Ya que la mejora en las condiciones de vida resultan en una reducción de los comportamientos estereotipados, una mejora en las conexiones cerebrales y desencadenan cambios neuroquímicos que mejoran el aprendizaje y la memoria. 

ZOOXXI tuvo la oportunidad de entrevistar a Bob Jacobs en 2018, durante la International Captive Wildlife Conference, organizada por The Performing Animal Welfare Society en California. Aquí puedes acceder a la entrevista completa, donde le preguntamos sobre sus estudios de los cerebros de grandes mamíferos y las consecuencias de la cautividad: https://youtu.be/zh5s6hPrgvk