Saltwatta Roots


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Saltwatta Roots

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Descripción del problema​

Saltwatta Roots es la iniciativa anteriormente conocida como Gran Seaflower y que tiene como propósito trazar el camino para la constitución de una Reserva de la Biosfera Transfronteriza en el Caribe Suroccidental (RBT-CS).

Después de tres años trabajando bajo el nombre de Gran Seaflower, a mediados de 2023 se inició un proceso participativo con líderes étnicos y organizaciones de pesca artesanal de la región, acordando “Saltwatta Roots” (raíces de agua salada en lengua creole) como el nombre a adoptar para la iniciativa.

La región del Caribe Suroccidental ha sido reconocida por el IPBES como el área de mayor concentración de biodiversidad marina en todo el hemisferio occidental, albergando el tercer sistema coralino más grande del mundo.

Fuente: Informe IPBES 2019.

El 20 de noviembre de 2000, la Unesco declaró al departamento Archipiélago de San Andrés, Providencia y Santa Catalina, de la República de Colombia, como Reserva de la Biosfera (RB) Seaflower, incluyendo este lugar en la red de «lugares de aprendizaje para el desarrollo sostenible». Esta región excepcional, una de las RB más extensas del mundo con cerca de 180.000km2, alberga arrecifes coralinos, manglares, lagunas arrecifales, pastos marinos, humedales, playas, mar abierto y bosque seco tropical.

El pueblo Raizal, originario del archipiélago de San Andrés, Providencia y Santa Catalina, lleva siglos habitando y cuidando este lugar. Se encuentra hermanado históricamente con la familia Creole afroantillana, comunidad que habita islas y costas del mar Caribe. A pesar de las fronteras de los diversos países que limitan con este mar, los Creole son un pueblo transfronterizo que lleva 400 años surcando las aguas del Caribe. La identidad de los pueblos Raizal y Creole depende directamente de la salud de este rosario de ecosistemas excepcional, hábitats naturales que tampoco entienden de fronteras.

Así, la creación de la RB Seaflower en el año 2000 se propuso como el pacto social y ambiental que garantizaría la supervivencia del pueblo raizal, su economía y su cultura.

Desgraciadamente, controversias limítrofes entre Colombia y Nicaragua han parcelado las aguas marítimas que correspondían a la RB inicial, dando como resultado que las aguas de Seaflower estén bajo la jurisdicción de tres países, después del fallo de la Corte Internacional de Justicia (CIJ) de la Haya en noviembre de 2012. Finalmente, Colombia ha establecido como espacio geográfico de protección de la RB al área marina protegida AMP Seaflower, con una extensión de 65.000km2, localizada entre los 12º y 16º de latitud norte y los 78º y 82º de longitud oeste. Por su carácter insular, la reserva tiene cerca del 99% de extensión en sus aguas y alrededor del 1% en suelo emergido. La isla de San Andrés presenta una densidad de 2.529 habitantes/km2, siendo una de las islas más densamente pobladas del Caribe.

Reserva de Biosfera Seaflower y fronteras nacionales en 2024. Fuente: Fundación Franz Weber.

Las dificultades derivadas de estos conflictos políticos ponen en peligro el modelo de conservación y manejo planteado hace 20 años, al no permitir un acuerdo de gestión conjunto para la región en materia de pesca, tráfico marítimo y conservación ambiental.

Los siguientes factores se han identificado como amenazas, directas o indirectas, para la conservación de la biodiversidad en zonas costeras o insulares:

1) La destrucción del hábitat
2) El aumento no regulado de la densidad de la población humana
3) El desarrollo costero asociado con el fenómeno anterior
4) La contaminación
5) La sedimentación de agroquímicos en aguas costeras, transportados por los ríos hasta el mar
6) La sobreexplotación pesquera
7) La introducción de especies
8) Las expectativas sobre exploración y explotación petrolera
9) Los riesgos derivados del impacto del cambio climático
10) Falta de reglas claras entre países vecinos sobre el aprovechamiento de los recursos marinos

¿Qué es la iniciativa Saltwatta Roots?

Saltwatta Roots surge del convencimiento de que la protección efectiva de los ecosistemas y de los modos de vida de sus pueblos van de la mano de una ambiciosa gobernanza ambiental transfronteriza. El argumento central de esta idea se sustenta en la necesidad de sacar a la naturaleza de los conflictos limítrofes abiertos entre los estados caribeños, y de avanzar hacia una acción urgente y concertada a nivel regional para restaurar ambientalmente el Caribe protegiendo así este hotspot de biodiversidad marina.

Un primer consenso se produjo en enero de 2021, cuando Nicaragua aprobó una ley que declara y propone la RB del Caribe Nicaragüense, sobre el área marina reintegrada a la Zona Económica Exclusiva (ZEE) de este país. Durante casi 10 años se había mantenido la incertidumbre en torno a los usos y la gestión que Nicaragua proyectaba sobre las áreas de Seaflower que corresponden a su soberanía, desde la decisión de la CIJ. La presentación de la candidatura RB del Caribe Nicaragüense ante la Unesco revela un primer consenso sobre el modelo de protección, conservación y gobernanza ambiental para la zona.

La iniciativa Saltwatta Roots propone una nueva reserva transfronteriza aún más amplia, a través de una candidatura de Reserva de la Biosfera Transfronteriza del Caribe Suroccidental. Si decimos que es aún más ambiciosa es porque esta nueva RBT tendría alrededor de 400.000km2 que interconectarían las áreas insulares y las costas del Caribe Suroccidental de seis países: Colombia, Nicaragua, Panamá, Costa Rica, Honduras y Jamaica. Algunos de estos países ya cuentan con experiencia en manejo transfronterizo de áreas de interés ambiental, como el Parque Internacional la Amistad o el Sistema Arrecifal Mesoamericano.

Propuesta RBT-CSO. Fuente: Fundación Franz Weber.

La propuesta se encuentra liderada por el pueblo Raizal y concertada con líderes afrocaribeños del Caribe Suroccidental, referentes académicos y personalidades políticas de estos seis países. De esta manera, la iniciativa da protagonismo a los pueblos originarios, a su relación con el mar y a la ausencia de fronteras desde el punto de vista del funcionamiento de los ecosistemas que conforman esta propuesta de reserva transfronteriza.

Bajo el programa “Man and Biosphere” de la Unesco existen hoy veintidós (22) reservas de biosfera transfronterizas. Ser una RBT supone “el reconocimiento oficial a nivel internacional de la voluntad política de cooperar en la conservación y uso sostenible a través de una gestión común de un ecosistema compartido”. Por tanto, se considera importante para la gobernanza ambiental regional el reconocimiento de la realidad transfronteriza de la naturaleza y de la cultura en el Caribe Suroccidental.

Situación actual

En la actualidad la iniciativa está trabajando en los siguientes ejes:

  • Definición de equipo de liderazgo Creole
  • Conformación de una Red Científica del Caribe Suroccidental
  • Firma de un preacuerdo entre los seis países para iniciar el proceso
  • Construcción del Comité de Administración Transfronteriza hacia la RBT-CS
  • Presentación de candidatura conjunta ante la Unesco

En el año 2019 la Fundación Franz Weber organizó un foro abierto en la isla de San Andrés, con el fin de conocer a fondo la situación social, ambiental y jurídica de la Reserva de Biosfera Seaflower, próxima a cumplir los 20 años. Su declaración ante la Unesco se encontraba en un limbo debido al litigio internacional entre Colombia y Nicaragua por los límites nacionales en el mar Caribe. En aquel espacio participaron referentes étnicos del pueblo Raizal, academia, administración departamental y pescadores, entre otros. Además, contamos con la asistencia de la entonces embajadora de Nicaragua en Colombia, Yara Pérez.

Fue en aquel foro que la Fundación Franz Weber se comprometió con la estrategia de la reserva de biosfera transfronteriza como mecanismo para la restauración y ampliación de Seaflower. Allí empezó un trabajo de gestión internacional y acompañamiento a la estrategia Raizal, con el objetivo inicial de construir una agenda de diálogos con los países vecinos al archipiélago de San Andrés y Providencia (Jamaica, Nicaragua, Panamá, Costa Rica, Honduras y Colombia). Desde esta perspectiva, la finalidad es la de transformar el callejón sin salida del litigio limítrofe entre dos países, en una nueva propuesta de gestión conjunta de ecosistemas transfronterizos a nivel regional, cuyo espíritu respete la presencia de una cultura marítima transfronteriza conocida como el pueblo Creole.

Durante más de cuatro años la FFW ha trabajado en tres ejes: el diplomático, el étnico y el académico. El mismo se ha desarrollado insistiendo en que el papel de la Fundación es el de acompañar y potenciar una estrategia de diplomacia étnica y ambiental, construida desde los pueblos originarios del Caribe. Por esto, en las gestiones a nivel de gobierno y en los viajes internacionales, los delegados Creole siempre pueden contar con el acompañamiento de nuestro equipo.

Presentación iniciativa Saltwatta Roots en COP19 de Cites. Ciudad de Panamá.

En la misma línea, la FFW ha organizado dos versiones del “Encuentro Creole del Caribe Suroccidental” en los que líderes étnicos de los seis países en cuestión se han dirigido a los gobiernos de la región para avanzar en la hoja de ruta propuesta por la iniciativa. Además, son espacios de coordinación entre organizaciones y de restablecimiento de lazos históricos entre comunidades locales afrocaribeñas. La primera versión de este encuentro se hizo en la isla de San Andrés, en el marco del Green Moon Festival. El segundo encuentro Creole fue en la población de Cahuita del Caribe costarricense.

Finalmente, la Fundación ha construido la agenda académica denominada “Diálogos Saltwatta”:

Durante más de dos años se han celebrado espacios de reflexión sobre distintos temas relacionados con la ecología y la historia cultural del Caribe. El objetivo es el de dar forma a una gran relatoría académica que sirva de insumo científico para los diálogos venideros entre gobiernos, a la vez que consolida una red científica del Caribe que logre centralizar los esfuerzos de investigación y discusión de temas asociados con la gestión ambiental conjunta de la región. 

Ecosistemas del Caribe que necesitan protección

Arrecifes de coral

Aunque los arrecifes de coral cubren menos de 0.1 % de los fondos oceánicos, se consideran los ‘bosques del mar’. Sostienen el 25% de todas las especies marinas proporcionándoles refugio y alimento, ya sea durante un período de tiempo, como en la etapa juvenil, o durante ciclos de vida completos. Si bien los corales son los arquitectos de las hermosas y complejas estructuras del arrecife no son los únicos constructores. También intervienen las algas coralinas, que unen a los corales, y los gusanos de tubo y los moluscos que proporcionan sus duros esqueletos. Los principales constructores de arrecifes en el mar Caribe incluyen varias especies del género coral Acropora (corales ramificados) y Orbicella (corales de roca incrustantes). Hoy en día existen 70 especies de coral conocidas en la región, un número que se revisa constantemente mediante nuevas técnicas moleculares y morfológicas de alta definición.

La RSB transfronteriza propuesta se extenderá desde la costa caribeña de Honduras hasta Colombia e incluirá las aguas costeras de Nicaragua, Costa Rica, Panamá y Jamaica. Desempeñará un papel vital en la protección, el mantenimiento y la mejora de las poblaciones de especies raras o en peligro de extinción, el mantenimiento de la diversidad genética, la funcionalidad del ecosistema y la viabilidad de los viveros y las zonas de reproducción.

Más información: https://granseaflower.com/es/2020/07/08/coral-reefs/

Manglares

Los manglares son bosques costeros que se desarrollan en la zona intermareal (entre los niveles de marea alta y baja) de regiones tropicales y subtropicales. Los conforman los árboles de mangle, grupo de árboles y arbustos no emparentados que crecen y se reproducen en los suelos con alta salinidad y bajo oxígeno.

Estos ecosistemas se encuentran entre los más productivos del planeta y juegan un papel importante como zonas de cría, descanso y alimentación de invertebrados (camarones, cangrejos, gasterópodos y bivalvos), peces óseos (pargos, meros, róbalos y corvinas), rayas y tiburones, aves (garcetas, fragatas y pelícanos) y mamíferos (tapires, hormigueros gigantes, jaguares, perezosos y manatíes).

Los manglares se erigen como barreras naturales para la protección de las costas (contra olas, huracanes y tsunamis) y realizan el filtrado de las aguas antes de llegar al océano. Estos ecosistemas representan sólo el 0.1% de la superficie de la Tierra, pero almacenan diez veces más carbono que los bosques terrestres (22.8 millones de toneladas métricas por año) y toman 14% de todo el carbono secuestrado por el océano.

Los bosques de manglares se encuentran a lo largo de los litorales del suroeste del Caribe. Las especies más abundantes son el mangle negro (Avicennia germinans), el mangle blanco (Laguncularia racemosa) y, la especie dominante, el mangle rojo (Rhizophora mangle). Otras especies de manglares que se encuentran en esta región son los manglares de botón (Conocarpus erectus), el cahué o árbol de sangre de dragón (Pterocarpus officinalis), y el manglar de té (Pelliciera rhizophorae).

Distribución

  • Colombia cuenta con 12 lagunas de manglar en el Archipiélago de San Andrés, Providencia y Santa Catalina: muchas han sido destruidas por la actividad humana o están actualmente amenazadas.
  • Región oriental de Honduras y costa caribeña de Nicaragua: los bosques de manglares crecen dentro de un intrincado complejo de barreras costeras y lagunas, desembocaduras de ríos y estuarios.
  • Nicaragua: manglares en los Cayos Miskito y en las Islas del Maíz.
  • Caribe costarricense tiene dos bosques de manglares: uno bien desarrollado en la laguna de Gandoca, y otro degradado cerca de Moín.
  • Costa caribeña de Panamá: los manglares más grandes y desarrollados se encuentran en Bocas del Toro, donde la conexión entre los arrecifes de coral, los lechos de pastos marinos y los bosques de manglares es muy clara. Más al este, en la región de Guna Yala, los manglares también son comunes en islas y cayos, y se llaman localmente agligan (Idioma kuna).

A pesar de su importancia biológica, económica y cultural ampliamente reconocida, los manglares se encuentran entre los ecosistemas más amenazados del mundo, contando con la tasa de destrucción más rápida. Las causas son la expansión de la frontera agrícola, la sobrepesca, la degradación de las cuencas hidrográficas y el cambio climático.

Praderas de pastos marinos

Los pastos marinos son plantas con flores marinas únicas limitadas a vivir bajo el agua, y capaces de albergar un ecosistema formando praderas o lechos. Hay más de 70 especies en todo el mundo, ausentes únicamente en la Antártida, y van desde los trópicos hasta el Ártico. En la región del Caribe se pueden encontrar cuatro géneros: Thalassia, Halophila, Halodule y Siringodio. Este ecosistema costero poco profundo a menudo se pasa por alto en el mar Caribe, en comparación con los arrecifes de coral y los bosques de manglares.

Además de ser ecosistemas costeros que juegan un papel fundamental en los ciclos geoquímicos globales por su capacidad para la absorción de nutrientes y la producción primaria, las praderas de pastos marinos ofrecen una amplia variedad de servicios de ecosistema para las comunidades costeras a nivel mundial. Sirven como barrera costera atenuando la acción hidrodinámica de las olas, estabilizando y amortiguando los sedimentos, evitando la erosión. Su función como absorción de nutrientes también mejora la calidad del agua, al eliminar el nitrógeno y el fósforo de la columna de agua.

Es un hábitat importante para la reproducción de peces e invertebrados. Las especies de pasto marino comúnmente conocidas como pasto de tortuga (Thalassia testudinum) y pasto de manatí (Siringodio filiforme) son un componente importante en la dieta de tortugas marinas y manatíes.

Debido a su distribución costera los pastos marinos están expuestos a amenazas tanto marinas como terrestres, las cuales están causando una rápida pérdida del área cubierta (tasa de disminución anual global de 7%). La contaminación costera, los derrames de petróleo, el fondeo y el dragado, entre muchas otras, son amenazas constantes para los lechos de pastos marinos. Específicamente la región del Caribe tiene una nueva amenaza: el encallamiento de las macroalgas sargazo que en grandes cantidades puede provocar “mareas marrones”. El aumento de la turbidez y las cargas elevadas repentinas de materia orgánica pueden causar la pérdida de pastos marinos, creando así un cambio en la macrovegetación. pasando de pastos marinos a macroalgas.

Ambientes profundos

El océano profundo es la última frontera para el conocimiento de la humanidad, y el Caribe no es la excepción. Como es el caso de la biodiversidad en aguas poco profundas, los ambientes marinos profundos del Caribe son extremadamente diversos y completamente desconocidos para la ciencia.

Como sugiere la evidencia, los ambientes de aguas profundas del área propuesta por la Iniciativa Saltwatta están interconectados y comparten la mayoría de las especies de aguas profundas descritas hasta ahora.

Biodiversidad: corrientes oceánicas y conectividad

Es de vital importancia comprender el papel que juegan las corrientes marinas y la conectividad biológica para la planificación de las áreas marinas protegidas.

Circulación y corrientes oceánicas

En el Océano Atlántico, el mar Caribe es el mar marginal más grande: cuenta con una superficie mayor que la del Golfo de México y en volumen supera al mar Mediterráneo. Su cuenca se divide en cinco subcuencas principales que, ordenadas de este a noroeste, reciben el nombre de: cuencas de Granada, Venezuela, Colombia, Caimán y Yucatán.

Las corrientes oceánicas influyen en la conectividad de la población marina y en la configuración de los ecosistemas, en particular de los corales. En la formación de arrecifes de coral dentro de la reserva Seaflower, una interacción de la exposición a las olas por la acción del viento y la ubicación oceánica genera una turbulencia que controla la distribución de organismos en los arrecifes.

Siendo que Seaflower alberga el sistema de arrecifes de coral a mar abierto más productivo del Caribe, y que esta productividad se encuentra directamente influenciada por las corrientes oceánicas, es necesario tener en cuenta el papel que juegan estas fuerzas en el diseño de las áreas marinas protegidas.

Conectividad

Es importante entender cómo diferentes lugares pueden estar biológicamente conectados. Se han definido diferentes formas de conectividad. Una de ellas se refiere a la forma en la que organismos marinos se dispersan a través de estadíos larvales. Estos estadíos son microscópicos y se desarrollan en la columna de agua, por lo que se mueven con las corrientes marinas.

De la misma forma que ciertas semillas se dispersan con el viento, las larvas son transportadas por las corrientes. En el área propuesta para la RBT-CS se ha definido un clúster de conectividad genética a partir de modelos y simulaciones computacionales.

La evidencia científica, que respalda las áreas conectadas, ayudará a la planificación de áreas marinas protegidas en el mar Caribe.

Más información: https://granseaflower.com/es/2020/07/08/connectivity/